¿Cansada de revivals de los ochenta? ¡Por fin tenemos de vuelta los 90!
La moda grunge tiene sus raíces en el movimiento musical y cultural que tuvo su auge a finales de los años 80 y principios de los 90. Sus máximos exponentes son Nirvana, liderado por Kurt Cobain, Soundgarden y Pearl Jam. Este movimiento proponía una postura marcadamente anticomercial y contracultural.
Una característica de los grupos grunge era la poca importancia que daban a su imagen, de ahí que hasta el día de hoy se asocia lo desaliñado con lo grunge (en inglés “sucio”). Atrás quedó el estilo hortera y recargado del “hair metal” (véanse los estilismos de Europe por ejemplo).
Debido a la repercusión de estas bandas, la industria de la moda comenzó a explotar ciertos conceptos y elementos del grunge, se popularizaron así las camisas de cuadros tipo leñador (incluso de franela), los vaqueros claros con rotos en las rodillas, las Converse, las Dr. Martens y los abrigos con capucha y pelo.
¿Por qué prendas tan abrigadas? Bueno pues porque la cuna del grunge es Seattle, al noroeste de Estados Unidos, donde las temperaturas no permiten ir en camiseta precisamente. Como complementos no pueden faltar los gorros de lana, maxibufandas, jerseys con mangas muy largas, medias rotas, mitones…
De lo que se trataba era de que, llevaras lo que llevaras, el look resultase desaliñado y rebelde. Sin embargo, el grunge del siglo XXI ha cambiado en algo, no todo es desaliño. Se admiten combinaciones más románticas con prendas deluxe: encajes, lentejuelas y prendas femeninas en general están admitidas. Como referentes de ésta tendencia destacan Mary Kate Olsen y Kate Moss. Yo me quedo con la última porque ella sí que ha sabido cómo hacer más versátil éste estilo.
Una cosa que no debemos olvidar es la pose, el grunge no es sólo una moda, es un estilo de vida. Sin una pose despreocupada y desenfadada, no hay conjunto que se luzca como merece.