Llega el buen tiempo, las vacaciones y con ellas las maletas. Empezamos a sacar ropa del armario y pareciera que nos fuéramos de gira tres meses cuando en realidad nos vamos una semana. Las españolas, a la hora de viajar, somos fervientes admiradores de la religión del ‘por si acaso‘. Mantengo que es algo genético, que se ha trasladado de madres a hijas y a esa tendencia hay una única respuesta posible: «pues lo compras allí».
Salvo que vayamos a viajar a la selva o escalar una montaña la mayor parte de destinos turísticos cuentan con una nutrida sección de tiendas locales y a las que vamos a entrar tengamos o no necesidad de ello. Sabiendo eso, ¿para qué llevar cuatro modelos de zapatillas diferentes cuando sólo nos vamos a poner unas en todo el viaje?
El ejemplo de las deportivas es aplicable a los bolsos, a las gafas de sol o a la colección completa de bolsas de playa que hemos atesorado durante nuestra vida adulta. En todos estos casos la solución es fácil: seleccionar una única unidad de cada una.
Con la ropa y los zapatos hacer un ejercicio antes de decidir qué prendas llevar: ponerlas en alto y preguntaros ¿realmente me lo voy a poner? A la mínima duda sacarlo de la maleta porque es donde va a pasar todas las vacaciones en caso de que lo llevemos.
Ropa fácil de combinar
Si después de esto aún tenemos mucha ropa y no nos cierra la maleta optar por elegir prendas básicas que sean fácilmente combinables entre sí y que podamos aprovechar en diferentes momentos del día, como son los vaqueros o las camisetas con motivos resultones.
Hay una serie de complementos, como pueden ser los gorros de playa o las pulseras y collares que se lleven este verano que ni siquiera merece la pena llevarlos desde casa, porque acabaremos comprándolos en vacaciones.
Eso sí, tampoco es recomendable excederse con las compras en vacaciones. Hay que recordar que en las maletas entra tanto a la ida como a la vuelta. Por eso a mi me gusta dejar hueco suficiente cuando inicio las vacaciones.