Las camisas blancas son uno de los básicos de armario que nos pueden sacar de apuros una y otra vez. Aunque de entrada no es una prenda muy atractiva (al menos para mí), ya que se suele asociar con la oficina, según la combinemos puede resultar elegante y muy versátil. Podemos encontrar mil formas para que la camisa blanca no parezca sosa ni aburrida:
La podemos combinar perfectamente con una falda o pantalón negro, y hacer que el atuendo resulte impactante lo ideal es mezclarlo con algo que rompa la monotonía como por ejemplo, unos labios pintados de rojo, un maquillaje de fiesta, unos zapatos nuevos o un pequeño bolso a la moda.
Además los complementos son la clave en todos los casos. Intenta elegirlos alegres y divertidos para restar seriedad a tu look. Las camisas blancas son el perfecto complemento a las faldas estampadas o de colores que resulten un poco llamativos, ya que aportan un aire de sobriedad.
Pero con los vaqueros forman una pareja perfecta, y el atuendo se puede completar con un blazer, un foulard y unos mocasines o unas bailarinas. Las camisas un poco largas se pueden llevar como vestidos, junto con unas buenas botas de esas que tanto nos gustan.
Para los días de más frío, quedan ideales con un chaleco de punto o con un jersey de lana de manga corta. Cualquier cosa será buena mientras nos sirva para esquivar las bajas temperaturas. También las podemos llevar perfectamente abiertas sobre una minifalda negra o un pantalón negro con una tank top también del mismo color. Si además, te pones un colgante con charms, tendrás un look de lo más trendy.
Y si realmente las camisas blancas nos aburren, un cinturón de doble vuelta y un collar largo original harán que cambiemos de idea. El límite lo pone tu imaginación, como has visto las camisa blanca se pueden llevar con casi todo, simplemente tienes que saber combinar con estilo.