De un tiempo a esta parte habíamos descubierto que las maxi joyas eran una de las tendencias más en boga porque nos permitían resaltar un aburrido jersey o un vestido que resultara soso. Y ¿qué hay más maxijoya que unos pendientes decimonónicos? Quien dice pendientes dice también collares, broches y cualquier otra pieza que se os ocurra. Las excentricidades en materia de joyería propias de los antiguos monarcas franceses triunfan en nuestros días.
Ya os vamos avisando que, por suerte, en el siglo XII no es necesario gastarse una fortuna en esmeraldas o rubíes. La bisutería pone este tipo de joyas al alcance de la mayor parte de los bolsillos, lo cual no deja de ser un alivio. Si os fascina el brillo, el colorido y los pendientes espejo esta temporada estaréis encantadas con la bisutería que ya hemos podido ver en muchas tiendas.
La pedrería se convierte en el principal aliado de este tipo de piezas que podemos encontrar en diferentes diseños y colores y un mismo tamaño: el gigante. Pendientes de varios centímetros, que nos pueden llegar hasta el cuello; maxicollares que pesan más que el bolso o medallones que harían palidecer a toda la corte son algunas de las propuestas que nos encontramos en los catálogos de este año.
Además de imitaciones de piedras preciosas de colores el cristal es el material que se impone en buena parte de estos diseños, dando lugar a pendientes en cascada o grandes colgantes. El dorado, como no podía ser de otra forma, se impone en este mundo de opulencia.
Cómo combinar estas joyas
Se trata de unos complementos que se hacen difíciles de combinar porque podemos caer en el riesgo de resultar excesivos. Por ello lo mejos es usarlos con ropa que resulte de lo más discreta. Camisas blancas de estilo masculino, un vestido negro con escote redondo o chaquetas básicas.