Imposibles de ignorar, los trajes de colores audaces que han chisporroteado por las pasarelas de Nueva York. Los trajes eran hiper-realistas mostrándonos la floración de primavera. Los colores son capaces de reactivar nuestro look de manera espectacular. Limón, malva y los azules muestran esa agresividad entusiasta femenina, llena de siluetas formadas por faldas. La fusión de una ciudad moderna nos permite mostrar estampados inspirados en la naturaleza.
Diseños como los de Nanette Lepore parecen luces de neón en las noches primaverales gracias a los colores brillante. También se suma a los toques psicodélicos en su mezcla ecléctica de pantalones de ciclista, túnicas, pareos y chaquetas safari de Richard Chai que realiza una mezcla magistral entre los estampados florales y geométricos que muestran a la mujer más bohemia que nos podamos imaginar.
Proenza Schouler y Jill Stuart dieron al movimiento flower power un toque hawaiano decididamente retro. La estética femenina de firma Jill Stuart se centró en la encarnación de la primavera en las faldas de volantes y blusas con cuello. Los satinados toman un cierto protagonismo. Los tonos pastel nos recuerdan que estamos en un colección pensada especialmente para la primavera.
Jack McCollough y Lázaro Hernández se adentraron sin miedo en el exceso de finales de los años setenta con todo tipo de oros y verdes suntuosos que las almas menos aventureras seguro que intentan evitar. Los zapatos tipo sandalias se presentan con un gran tacón y unos colores variados, sin faltar el elegante negro que siempre se puede utilizar sea la época del año que sea.