Inés Sastre es una de las mujeres más deseadas del planeta. Si a esto le añadimos su gran profesionalidad, demostrada en las pasarelas y en la gran pantalla, el resultado no podía ser más completo.
Ya desde bien joven, la modelo y actriz tuvo claro dónde encontraría su sitio a nivel profesional. Y la gran oportunidad de demostrar su talento le llegó de la mano de Carlos Saura, quien se fijó en ella para la película “El Dorado (1987)”. A partir de ese acontecimiento le llovieron las ofertas, aunque ella se mantiene firme en su decisión de finalizar sus estudios. Se licenció en Literatura Francesa en la Universidad de la Sorbona de París. Por entonces, lo que realmente le preocupa a esta joven promesa es adquirir cultura. Por lo visto, para Inés, la cultura es el esqueleto de la persona, que se conforma a través de las vivencias y los conocimientos adquiridos con el estudio. Es algo vital, más allá de la erudición, es el arma que uno tiene para desarrollarse en la vida.
En 1996 Inés firma contrato con Lancôme y así protagonizó la nueva imagen del perfume Trésor, sucediendo a Isabella Rossellini. Pero su marcado despliegue de popularidad le llega poco tiempo después: Así, obtiene el Natural Beauty Trophy de Fashion Awards en París (1997) y definitivamente se transforma en la cara de Lancôme para todo el mundo en 1998.
Inés Sastre deslumbra a todos con su fina elegancia. Un código de 83-63-86 (pecho, cintura y cadera) y 1,75 de altura le han servido para conquistar a modistos y cineastas.
Tal vez su éxito arrollador se deba a que ella ha sabido combinar dos de sus cualidades más destacadas: Belleza y memoria.
Cabe mencionar las palabras exactas de Inés Sastre que bien pueden servir como ejemplo:
La belleza es un poder muy grande que hay que utilizar con inteligencia y coherencia.