El 15 de marzo de 2010 el grupo Philips-Van Heusen (PVH), propietario de firmas como Calvin Klein, DKNY o Arrow, llegó a un acuerdo definitivo para comprar Tommy Hilfiger por un total de 2.200 millones de euros (unos 3.000 millones de dólares) más las deudas por valor de 100 millones de euros. La operación alumbró un grupo de moda con ventas por valor de 4.600 millones de dólares.
El diseñador Tommy Hilfiger seguirá como primer diseñador de la marca, una firma que representa la esencia del más puro estilo americano, inspirándose en la ropa de cowboy, el rock and roll y el american way of life.
En una reciente entrevista concedida a la revista Marie Claire, Hilfiger hablaba de sus inicios: en cuanto pudo reunir 150 dólares trabajando de noche en una gasolinera, compró 20 pares de tejanos, los transformó y abrió una pequeña tienda a la que llamó “People’s Place”.
Tuvo mucho éxito y abrió varias tiendas más en los campus universitarios del estado de Nueva York. No prestó la suficiente atención al negocio y tuvo que declararse en quiebra. Pero volvió a empezar, ya tomándose el asunto más en serio, y triunfó. Recordaba con cariño la época en la que los tejanos eran solamente ropa de trabajo, de campesinos y ganaderos, pero cuando se convirtieron en parte del uniforme de las marinas de los U.S.A. y de Inglaterra, allá por los años setenta, se popularizaron.
Declaró que la crisis actual nos enseña que “la big party”, la gran fiesta, ha terminado. Que hay que resurgir, pero sin basarse de nuevo en la cultura de la abundancia; hay que desarrollar una nueva mirada hacia la vida, valorando las cosas realmente importantes como la salud, ser feliz más allá de las posesiones materiales. Apreciar cada día, vivir el momento intensamente. Pues parece que la crisis también le ha llegado a él. Pero mal parado parece que no ha salido…